viernes, 14 de mayo de 2010

LA PÍLDORA CUMPLE 50 AÑOS

El Consejo Nacional de Población (CONAPO) informa que, en mayo se celebra el 50 aniversario de la aparición de la píldora anticonceptiva oral, misma que ha sido considerada internacionalmente uno de los avances científicos más importantes que ha permitido a las mujeres no sólo la separación entre su vida sexual y la reproducción, sino la posibilidad de insertarse en el mercado laboral, y en la modernidad.

Fue un científico mexicano, el Dr. Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, quién en octubre de 1951 logró sintetizar la noretisterona, lo que resultaría en la invención del primer fármaco antiovulatorio. Los estudios toxicológicos y clínicos a cargo de científicos estadounidenses que siguieron y que resultarían en la invención de la primera píldora y su lanzamiento comercial en 1960, han permitido la separación de la sexualidad y la concepción, del placer y la reproducción, y transformado a las sociedades modernas. En México, la píldora comenzó a comercializarse en 1974, el mismo año en que se promulga la Ley General de Población.

La pastilla anticonceptiva, así como el conjunto de métodos para la planificación familiar, han favorecido desde hace medio siglo a la salud de las mujeres previniendo los embarazos no planeados, lo cual incide en la disminución de la mortalidad materna y en la reducción de miembros dependientes en los hogares, contribuyendo al combate de la pobreza. En México, ha sido uno de los principales métodos de anticoncepción promovidos en las estrategias y programas de planificación familiar por ser altamente efectivo y reversible.

Actualmente, a pesar de ello, en comparación con otros métodos de anticoncepción, las cifras muestran una disminución sistemática en el uso de las pastillas anticonceptivas en México a partir de 1992. La prevalencia en el uso de pastillas anticonceptivas entre mujeres en edad fértil pasó de 37 por ciento en 1976, a 10 por ciento en 1997 y a 6.2 por ciento en 2006, lo que representa un descenso anual de 3.8 por ciento en todo el periodo.

El perfil de las usuarias de la pastilla anticonceptiva ha cambiado con el tiempo. Mientras que en 1976, cerca de la mitad de las usuarias de métodos anticonceptivos entre 15 y 29 años de edad recurrían a la pastilla, en 1997 esta proporción se redujo a 15.8 por ciento y a 12.5 por ciento en 2006.

La pastilla es un método por el que se han inclinado las mujeres con mayores niveles de instrucción, aunque en la segunda mitad de la década de los 70, dada la menor escolaridad de la población y, en particular de las mujeres, así como el auge de las campañas de planificación familiar, su uso era particularmente notable entre mujeres con primaria completa (40 por ciento).

Otro aspecto relevante es que las pastillas anticonceptivas son un medio por el que optan mujeres nulíparas (sin hijos nacidos vivos) o hasta con dos hijos. Esta tendencia también se ha transformado a través del tiempo. En 1976, entre las mujeres usuarias de anticoncepción, que aún no tenían hijos, 44.4 por ciento usaba pastillas, reduciéndose a 38.5 por ciento entre quienes ya tenían tres hijos. En 1997, estas proporciones ascienden a 26.1 y 7.2 por ciento, respectivamente, mientras que en 2006 son 16.1 y 3.3 por ciento.

Entre las causas de este descenso se encuentra, en primer lugar, el deseo de limitar la descendencia con un número menor de hijos; en general, a partir del segundo hijo, las mujeres en México recurren con cada vez mayor frecuencia a la oclusión tubaria bilateral (OTB). En segundo lugar, se debe al ya mencionado desplazamiento de la pastilla de las preferencias de las mujeres, quienes actualmente optan con mayor frecuencia por el condón, las inyecciones y los Dispositivos Intrauterinos (DIU).

Igualmente importante, al proporcionar a las mujeres el control de su fecundidad, garantizando su libertad en relación a su vida reproductiva, la píldora ha contribuido a generar mejores oportunidades de acceso a la educación, a la adquisición de nuevas habilidades y a la capacidad de integrarse mayormente al mercado laboral.

Las mexicanas usuarias de la píldora han visto ampliadas sus posibilidades de decidir sobre el momento de ser madres, demorando la edad en la que tienen su primer hijo y prolongando con ello el período posible de estudios y de adquisición de habilidades que les permita una mayor diversidad de proyectos de vida a elegir. Las cifras, si bien no son contundentes, muestran una correlación entre la introducción de la píldora al mercado y el cambio conductual en la sociedad que ha permitido a las mexicanas reducir las brechas de inequidad de género.

A medida que las tasas de fecundidad de las mexicanas bajaron de 6.72 hijos en promedio en 1970 a 2.17 en 2006, el número de años promedio de escolaridad aumentó de 3.2 años en 1970 a 7.9 en 2005. Asimismo, el aumento en la edad mediana a la primera unión (que pasó de 19.3 años entre las mujeres de la generación 1958- 1967, a 19.7 años entre 1972 y 1981), el mayor número de divorcios (que pasó de 9.8 divorcios por cada cien matrimonios en 2002 a 13.9 en 2008); la mayor participación en la fuerza laboral (que pasó de 17.6 por ciento en 1970 a 37.5 por ciento en 2009); y la mayor tasa de asistencia escolar (que pasó de 63.3 por ciento en 1974 a 96.7 por ciento en 2009); apuntan en la misma dirección.

Aunque los avances de la medicina y sus implicaciones sobre la igualdad de oportunidades y la participación en la modernidad no han podido alcanzar a todos los grupos de mujeres en nuestro país, es de destacar que las mujeres mexicanas cuentan hoy con herramientas para controlar su vida reproductiva y las posibilidades de su destino.

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