Dentro de un estudio de danza en un cuarto piso, donde las cortinas siempre cubren las ventanas, se imparte una clase exclusiva para hombres, especializada en "yoga nudista", una forma de yoga tántrico que se practica sin ropa.
Algunas personas se ejercitan para lucir bien desnudas. Otras deciden que no es necesario esperar para ver los efectos del ejercicio.
Dentro de un estudio de danza en un cuarto piso, donde las cortinas siempre cubren las ventanas, se imparte una clase exclusiva para hombres, especializada en ``yoga nudista'', una forma de yoga tántrico que se practica sin ropa.
Algunas clases se imparten para ambos sexos, pero parece que las lecciones en las que sólo participan hombres son más populares, y han resultado un éxito dentro de la comunidad gay, con la oferta de lecciones en Boston, San Francisco, Los Angeles y Salt Lake City.
Un grupo en Chicago, que carece de un estudio, practica en el apartamento de un entusiasta de esta disciplina.
Los seguidores dicen que la desnudez ayuda a profundizar la práctica del yoga, mientras se crea una comunidad que tiene vínculos estrechos. Enfatizan que su interés por esta práctica no es sexual.
``Mucha gente, especialmente la que reside en Nueva York, no tiene la oportunidad de conectarse con la gente de una manera íntima'', dijo Aaron Star, quien comenzó el movimiento del yoga nudista.
Y aunque los participantes sí pueden reportar ocasionalmente un sentimiento de excitación, Star y los aficionados a esta práctica dejan claro que lo único que les importa es estar en forma.
``Esto es por el yoga y por apreciar el cuerpo propio'', dijo John Cottrell, de 40 años, quien imparte clases de yoga nudista en Salt Lake City dos veces al mes. Considera que éste es un espacio seguro y sin amenazas, ``para ayudar, a los hombres especialmente, a que se miren a sí mismos de un modo distinto''.
``Sólo es diversión y un gran ejercicio'', aseguró.
Star comenzó la práctica con el objetivo de atraer principalmente a un público de hombres gays, y saltó a la fama en el mundo del yoga con una serie de DVDs titulada ``Hot Nude Yoga'', la cual permite que los aspirantes a yoguis puedan practicar en la privacidad de su casa.
Pese a lo que señalan los practicantes, hay cierta carga sexual en el ambiente del estudio. Muchas clases involucran posiciones realizadas entre dos personas, colocando por ejemplo a dos hombres tan cerca que sus genitales casi se rozan.
Y no todos los yoguis serios consideran sensata esta práctica.
``No veo cuál es el objetivo'', dijo Mary Dillion, quien imparte clases tradicionales de yoga en Manhattan. ``Tengo una práctica de yoga que me gusta, y que puedo hacer desnuda en mi casa. No necesito ir a lecciones de yoga nudista''.
Joshua Stein, editor regional de la revista OUT, quien asistió a una clase en el 2008, dijo que la calidad del yoga disminuye ante el aumento de la sensualidad.
``Es casi como si el yoga fuera una idea secundaria o una excusa'', consideró Stein, quien es heterosexual. ``Esto le da a uno esta zona indefinida donde puede tener intimidad física pero no agresiva, como ocurriría en un bar o en unos baños públicos''.
Star reconoce que el trabajo entre dos personas es popular en el yoga nudista, pues ``le infunde cierto calor'', y eleva su número de clientes. Sin embargo, los practicantes consideran que deben desmentir constantemente la idea de que las clases no son sino orgías disfrazadas de ejercicio.
En Nude Yoga NYC, estudio de Manhattan, el yoga nudista no es sólo para hombres. La instructora Isis Phoenix, de 29 años, dijo que sus clases mixtas atraen a ``una multitud variada en sus edades, géneros y orientaciones sexuales''. Los hombres suelen superar en número a las mujeres a razón de dos a una.
Phoenix considera que la desnudez representa un atractivo adicional para los hombres, quienes suelen necesitar incentivos para practicar el yoga. Sin embargo, rechazó la idea de que haya un elemento sexual en las clases.
Para ella, todo se relaciona con la comodidad.
``Los hombres suelen tener más satisfacción con sus cuerpos que las mujeres'', dijo.
Pero la tendencia parece atraer principalmente a los gays. David Flewelling enseña yoga en Montreal, Canadá. Como en los estudios de Star y de Cottrell, la mayoría de los asistentes a Mudraforce son gays.
Flewelling dijo que el sexo nunca es parte de la experiencia. El yoga nudista, aunque es extremadamente sensual, no es sexual, señaló.
``Hay algo fantástico de ejercitarse sin ropa'', consideró. ``Uno está libre de las restricciones que representan las ropas puestas y esto pone a todos en la misma situación.
Nueva York, EU
Algunas personas se ejercitan para lucir bien desnudas. Otras deciden que no es necesario esperar para ver los efectos del ejercicio.
Dentro de un estudio de danza en un cuarto piso, donde las cortinas siempre cubren las ventanas, se imparte una clase exclusiva para hombres, especializada en ``yoga nudista'', una forma de yoga tántrico que se practica sin ropa.
Algunas clases se imparten para ambos sexos, pero parece que las lecciones en las que sólo participan hombres son más populares, y han resultado un éxito dentro de la comunidad gay, con la oferta de lecciones en Boston, San Francisco, Los Angeles y Salt Lake City.
Un grupo en Chicago, que carece de un estudio, practica en el apartamento de un entusiasta de esta disciplina.
Los seguidores dicen que la desnudez ayuda a profundizar la práctica del yoga, mientras se crea una comunidad que tiene vínculos estrechos. Enfatizan que su interés por esta práctica no es sexual.
``Mucha gente, especialmente la que reside en Nueva York, no tiene la oportunidad de conectarse con la gente de una manera íntima'', dijo Aaron Star, quien comenzó el movimiento del yoga nudista.
Y aunque los participantes sí pueden reportar ocasionalmente un sentimiento de excitación, Star y los aficionados a esta práctica dejan claro que lo único que les importa es estar en forma.
``Esto es por el yoga y por apreciar el cuerpo propio'', dijo John Cottrell, de 40 años, quien imparte clases de yoga nudista en Salt Lake City dos veces al mes. Considera que éste es un espacio seguro y sin amenazas, ``para ayudar, a los hombres especialmente, a que se miren a sí mismos de un modo distinto''.
``Sólo es diversión y un gran ejercicio'', aseguró.
Star comenzó la práctica con el objetivo de atraer principalmente a un público de hombres gays, y saltó a la fama en el mundo del yoga con una serie de DVDs titulada ``Hot Nude Yoga'', la cual permite que los aspirantes a yoguis puedan practicar en la privacidad de su casa.
Pese a lo que señalan los practicantes, hay cierta carga sexual en el ambiente del estudio. Muchas clases involucran posiciones realizadas entre dos personas, colocando por ejemplo a dos hombres tan cerca que sus genitales casi se rozan.
Y no todos los yoguis serios consideran sensata esta práctica.
``No veo cuál es el objetivo'', dijo Mary Dillion, quien imparte clases tradicionales de yoga en Manhattan. ``Tengo una práctica de yoga que me gusta, y que puedo hacer desnuda en mi casa. No necesito ir a lecciones de yoga nudista''.
Joshua Stein, editor regional de la revista OUT, quien asistió a una clase en el 2008, dijo que la calidad del yoga disminuye ante el aumento de la sensualidad.
``Es casi como si el yoga fuera una idea secundaria o una excusa'', consideró Stein, quien es heterosexual. ``Esto le da a uno esta zona indefinida donde puede tener intimidad física pero no agresiva, como ocurriría en un bar o en unos baños públicos''.
Star reconoce que el trabajo entre dos personas es popular en el yoga nudista, pues ``le infunde cierto calor'', y eleva su número de clientes. Sin embargo, los practicantes consideran que deben desmentir constantemente la idea de que las clases no son sino orgías disfrazadas de ejercicio.
En Nude Yoga NYC, estudio de Manhattan, el yoga nudista no es sólo para hombres. La instructora Isis Phoenix, de 29 años, dijo que sus clases mixtas atraen a ``una multitud variada en sus edades, géneros y orientaciones sexuales''. Los hombres suelen superar en número a las mujeres a razón de dos a una.
Phoenix considera que la desnudez representa un atractivo adicional para los hombres, quienes suelen necesitar incentivos para practicar el yoga. Sin embargo, rechazó la idea de que haya un elemento sexual en las clases.
Para ella, todo se relaciona con la comodidad.
``Los hombres suelen tener más satisfacción con sus cuerpos que las mujeres'', dijo.
Pero la tendencia parece atraer principalmente a los gays. David Flewelling enseña yoga en Montreal, Canadá. Como en los estudios de Star y de Cottrell, la mayoría de los asistentes a Mudraforce son gays.
Flewelling dijo que el sexo nunca es parte de la experiencia. El yoga nudista, aunque es extremadamente sensual, no es sexual, señaló.
``Hay algo fantástico de ejercitarse sin ropa'', consideró. ``Uno está libre de las restricciones que representan las ropas puestas y esto pone a todos en la misma situación.
Nueva York, EU
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