martes, 12 de mayo de 2009

Buscan holandeses restringir compra de drogas para extranjeros

A partir del 1 de enero del año que viene, los clientes necesitarán un permiso especial para poder comprar marihuana en los "coffeeshops". Los "turistas de drogas" deberán solicitar su permiso de cliente en los 'coffeeshops' presentando su pasaporte.

Ocho comunas fronterizas holandesas quieren ahuyentar a los turistas que llegan por las drogas estableciendo reglas más estrictas para los "coffeeshops".
A partir del 1 de enero del año que viene, los clientes necesitarán un permiso especial para poder comprar marihuana en los "coffeeshops". Sin esta autorización ya no habrá acceso a las drogas. Con esta medida, las comunas de la provincia de Limburg quieren mantener alejados a los "turistas de drogas".
"Esperamos que a los 'turistas de drogas' los 'coffeeshops' de Limburg ya no les resulten atractivos", dijo hoy el alcalde de Maastricht, Gerd Leers. Limburg limita con Bélgica y Alemania. Muchos de sus ciudadanos viajan a ciudades fronterizas de Holanda para proveerse de marihuana y hachís.
La idea es que sin un registro no se pueda comprar más nada en esas comunas de Limburg. Los "turistas de drogas" deberán solicitar su permiso de cliente en los 'coffeeshops' presentando su pasaporte. Recibirán este permiso recién unos años después. El permiso tiene una foto y una huella digital y no se puede prestar a otros clientes.
Con este permiso, su dueño podrá comprar en cualquier parte, pero sólo tres gramos diarios. Cada vez que compra en un "coffeeshop", queda registrado en un sistema informático. "Sacaremos a los 'coffeeshops' del anonimato", dijo Leers. Las comunas parten de que a través de esta medida el "turismo de drogas" se reducirá en un 50 por ciento.
Sólo en la ciudad de Maastricht, con 2,1 millones de clientes de "coffeeshops", el 70 por ciento proceden de Alemania, Francia y Bélgica. Las drogas, aunque blandas, están asociadas a un gran negocio ligado a la criminalidad que incluye el comercio ilegal, el cultivo de drogas y el lavado de dinero. Los ciudadanos ya no se sienten seguros en sus localidades. Maastrich, Holanda. DPA (Milenio)

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