martes, 9 de febrero de 2010

Estrés y depresión, principales alteraciones en infantes

• Presiones de los padres marcan de por vida a los menores
Por: Yamel Viloria Tavera
El estrés y la depresión eran de los principales trastornos mentales en los adultos, a causa de presiones laborales, económicos y familiares; hoy, toda esa carga emocional se ha trasladado a los hijos quienes son víctimas de estas alteraciones.Ante estas situaciones, la alternativa es dar pronta asistencia médica al menor, basado en un tratamiento tanto emocional como farmacológico, pues de no ser tratado, un niño o niña con dichas alteraciones corre mayor riesgo de que busque salidas a sus emociones con el consumo de drogas y alcohol, esto es, son condenados a la adicción.Así lo reveló a El Punto Crítico la terapeuta Nieves Minerva Carrera Ayala, al subrayar que uno de los problemas más preocupantes es el estrés que se provoca en los menores por parte de los padres, pues éste es causa directa del Trastorno por Déficit de Atención (TDA).Apuntó que a causa de las presiones laborales y de tiempo, los padres tienden a delegar tareas a sus hijos en edades muy tempranas, como son levantarse más temprano, arreglar su ropa, vestirse solo, hacerse cargo de sus objetos escolares, e incluso en ocasiones que se sirvan su desayuno, pese a que por su corta edad, se limiten a servirse solo un vaso de leche o cuando mucho un plato de cereales.Las edades en que se cargan estas responsabilidades a los niños es cada vez más temprana, a partir de que ingresan a la escuela a los 6 años de edad, e incluso en la etapa preescolar.Este tipo de acciones, enfatizó la especialista egresada de La Salle, se conjuntan con algunas otras alteraciones de carácter biológico, dándose paso al TDA, que se caracteriza por la mala circulación de algunos neurotransmisores que impide que la información tenga un flujo adecuado.Es decir, explicó, la información y las ideas no se procesan adecuadamente, por lo que entonces se acumulan, se amontonan y generan un desorden en la mente del menor. “Se compara micho con un congestionamiento vehicular, las ideas al igual que los automóviles no circulan con la rapidez debida, entonces se genera un caos y no es posible un proceso eficiente de la información”, enfatizó.Entre las características de un niño con déficit de atención, destacan la inquietud, no puede quedarse quieto, no sabe acatar reglas y solo lo controlan sus impulsos, por tanto son muy exageradas sus manifestaciones de alegría, enojo y tristeza.Esto, a su vez, deriva en otros tipos de problemas de carácter social, pues ya sea en la escuela, entre los grupos de amigos, e incluso en las familias, son rechazados, entonces al sentirse agredido, el menor perderá autoestima.Carrera Ayala expresó que el TDA es así, el inicio de una cadena de comportamientos irregulares tanto en niños como niñas, pues comienza a presentar actitudes de rebeldía, desafío y manipulación; o por el contrario, de ansiedad y depresión.Al ser una alteración provocada por aspectos biológicos y externos, un niño diagnosticado con TDA debe ser tratado de manera integral, es decir por un equipo multidisciplinario donde se cuente con el auxilio de un psicólogo, terapeuta, e incluso con una asistencia de educación especial, pues otro tipo de alteraciones relacionadas es la dificultad de leer y escribir.El tratamiento farmacológico está orientado sólo a controlar la hiperactividad, inatención e impulsividad, por ello se requieren de otros especialistas que vayan corrigiendo las alteraciones educativas y conductuales que presente el menor.La especialista Carrera Ayala hizo hincapié en la necesidad de que los padres confíen tanto en el tratamiento emocional como farmacológico, pues un niño con TDA no es atendido a tiempo, corre mayor riesgo de que busque salidas a sus emociones con el consumo de drogas y alcohol, esto es, son condenados a la adicción.CONDENA A LA SOLEDADLas mismas presiones familiares referidas, aunadas al rechazo de los padres que incluso llegan a tener actitudes agresivas y violentas hacia sus hijos, es causa de que los niños y adolescentes sufran de depresión.Así lo revela un estudio del Instituto de Psiquiatría de la Secretaría de Salud, donde se destaca que la depresión –al igual que el TDA-, es más aguda en quienes tienen predisposición genética y ambiental, aunado a los cambios asociados con la pubertad.Se estima que hasta 2.5% de los niños y 8.3% de los adolescentes sufre depresión, con una relación de dos mujeres por un hombre. Por lo general la depresión inicia con la pérdida de un objeto, produciendo frustración, hostilidad y sentimiento de culpa.Especialistas señalan que las personas que padecieron depresión en la infancia o la adolescencia les queda una vulnerabilidad que implica una vida adulta con mayor estrés, menos amistades, menos redes de apoyo y menor alcance educacional, ocupacional y económico.De ahí la importancia de atender este problema desde la infancia y, sobre todo, en la adolescencia, al ser ésta una etapa importante porque se define la formación académica; es el inicio de la vida profesional u ocupacional, de la vida sexual y la elección de pareja, por lo que la falta de atención puede tener consecuencias más allá del ámbito de salud.Por ello los padres de familia deben estar pendientes de la conducta de sus hijos, ya que los niños con mucha dificultad para establecer contacto, con tendencia al aislamiento, irritabilidad, problemas escolares y agresividad, pueden padecer algún problema de depresión.Datos de la Organización Mundial de la Salud, revelan que la depresión pasará del cuarto lugar en 2000, al segundo sitio en 2020 como causa de incapacidad, detrás de las enfermedades isquémicas, como son los infartos, insuficiencia coronaria y accidente cerebrovascular; mientras que en los países en desarrollo se ubicará en el primer sitio como carga de enfermedad.El trastorno depresivo es una enfermedad que afecta el organismo, el estado de ánimo, la forma de pensar, de concebir la realidad, el ciclo normal del sueño y alimentación.Además, se altera la visión de cómo uno se valora a sí mismo, la autoestima y la forma de pensar.Los especialistas advierten que un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza, que puede considerarse como una reacción normal ante un acontecimiento negativo; sin embargo, si dicho estadose prolonga en el tiempo o sus síntomas se agravan impidiendo el desarrollo adecuado de la vida cotidiana, es necesario solicitar atención psicológica.A pesar de que no todas las personas experimentan lo mismo, los síntomas comunes van desde un estado de ánimo triste, ansioso o “vacío” en forma persistente, hasta pensamientos de muerte o suicidio, acompañados de desesperanza, pesimismo, sentimientos de culpa, de inutilidad, desamparo, pérdida de interés o de placer enpasatiempos y actividades que antes se disfrutaban.También puede haber disminución de energía, fatiga, agotamiento o sensación de estar “en cámara lenta”; dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones; insomnio, despertarse más temprano o dormir más de la cuenta; pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario, comer más de lo habitual y aumento de peso;Así como síntomas físicos persistentes que no respondenal tratamiento médico, como dolores de cabeza, trastornos digestivos y otras alteraciones crónicas.Una vez que se le proporcione atención especializada al menor, es necesario asegurarse que tome el medicamento y ayudarlo a realizar las indicaciones del médico, lo que implica comprensión, paciencia, afecto y estímulo, además de no minimizar los sentimientos que la persona deprimida expresa y no presionarla para que mejore rápido, ni acusarla de fingir la enfermedad.
http://elpuntocritico.com/edicion066 pag: 11(version impresa)
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