miércoles, 10 de febrero de 2010

DAÑOS AUDITIVOS IRREVERSIBLES EN JÓVENES




· La especialista del IPN, Itzalá Rabadán Malda, afirmó que de acuerdo con estudios realizados en Dinamarca, escuchar sonidos de altos decibeles provoca tal reacción en el cuerpo, que puede incidir en un cambio genético y ocasionar que las futuras generaciones escuchen menos y dependan de aparatos auditivos

· Explicó que como resultado de la modernidad, la contaminación auditiva originada por los vehículos y aviones, la constante asistencia a lugares de esparcimiento con música altamente ruidosa, así como el uso de aparatos electrónicos, puede originar un grave problema de salud, a través de la pérdida progresiva de la audición

· “Las generaciones anteriores tendrán problemas de sordera propios de la edad alrededor de los 60 años, pero en el caso de las actuales generaciones los pueden presentar desde los 45 años, es decir, que están adelantando 15 años un defecto que era propio de la tercera edad”, subrayó
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Luego de afirmar que el alto volumen de Ipod’s y celulares con sistema MP3 que acostumbran usar la mayor parte de los jóvenes ocasiona daños irreversibles en la audición, la especialista en acústica del Instituto Politécnico Nacional, Itzalá Rabadán Malda, aseguró que de acuerdo con estudios realizados en Dinamarca, escuchar sonidos en altos decibeles llega a provocar tal reacción en el cuerpo, que puede incidir en un cambio genético y ocasionar que las futuras generaciones escuchen menos y dependan de aparatos auditivos.

En el marco de la Expo Acústica 2010 -organizada por estudiantes y profesores de la Academia de Acústica de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), Unidad Zacatenco-, la catedrática destacó que como resultado de la modernidad, la contaminación auditiva originada por los vehículos y aviones, la constante asistencia a lugares de esparcimiento con música altamente ruidosa, así como el uso de aparatos electrónicos, está en proceso de convertirse en un problema grave de salud pública en las grandes ciudades.

“En el caso de los decibeles del aeropuerto, normalmente hablamos, que el ruido en colonias aledañas, de un avión al acercarse a la pista de aterrizaje, puede registrar frecuencias hasta de 140 decibeles, lo cual resulta molesto y hasta doloroso, pues cuando pasamos de 120 decibeles a 123, esto quiere decir que se aumentó al doble la potencia del sonido, entonces se duplica el golpe para el tímpano; si el incremento es de 20 decibeles para alcanzar 140, estamos hablando de que la potencia de un mismo sonido se incrementó en alrededor de 60 veces”, precisó.

Durante el evento -que tiene como objetivo promover el interés por el estudio de la acústica y que concluirá el próximo 12 de febrero, lapso en el que se presentarán conferencias, talleres y eventos culturales-, Rabadán Malda sostuvo que es muy importante que se haga conciencia de ese nivel de ruido que actualmente se tiene en las grandes ciudades, toda vez que nos va a obligar, poco a poco, a hablar en un tono más alto. “Incluso ahora hay muchos alumnos a los que se les tiene que gritar para que escuchen, por el daño ocasionado por todo el ruido al que están expuestos”, expuso.

Mencionó que actualmente existe un enorme interés por la contaminación del aire e incluso la visual, pero a la contaminación por ruido no se le toma en serio, lo que representa un verdadero riesgo para la población, pues en poco tiempo se puede convertir en un problema de salud grave, al nacer niños con problemas de audición.

“Es una realidad que en los últimos años ha aumentado la compra de aparatos auditivos. En primer lugar, porque ya hay más facilidad para hacerse estudios, y segundo, porque se ha comprobado un aumento en el número de estos casos, incluso los profesores notamos que los jóvenes o los niños en la escuela no captan adecuadamente indicaciones orales”, acotó.

Explicó que con los altos volúmenes lo primero que se daña en el oído es el tímpano, que es el encargado de recibir las vibraciones, y es una membranita delgadita como la de las encías, pero extendida, la cual al recibir la vibración se dobla un poco cuando el sonido se transmite por un cambio de presión en el aire. “Entonces llega al tímpano y éste empuja a los pequeños huesos que son el martillo, el yunque y el estribo; éstos vibran y empujan la cóclea”, aseveró.

”Ahí se encuentran las células ciliadas, que son como cuatro vellos y cada uno de ellos percibe sólo una frecuencia, pero si por escuchar sonidos altos se empieza a caer uno de esos vellos, ya no crece, entonces no se percibe esa frecuencia; si se caen todos esa célula ya no sirve y, por lo tanto, no podemos sustituirla por otra, de manera que el sentido del oído se va perdiendo de manera gradual”, refirió.

La doctora Itzalá reconoció que el uso de aparatos electrónicos, como los Ipod’s, dañan seriamente la audición de los jóvenes, así como su asistencia a lugares en los que se maneja música a altos decibeles, porque se le manda al tímpano demasiada presión.

Lo mismo -dijo- le hacemos al tímpano con los audífonos, aunque no se le ponga mucho volumen, pero como se tapan totalmente no hay salida de esa presión. “Entonces es importante que los jóvenes entiendan que están provocando que su tímpano se deforme de más y esa agresión constante ya no les va a permitir escuchar adecuadamente”, subrayó.

Sostuvo que “las generaciones anteriores tendrán problemas de sordera propios de la edad alrededor de los 60 años, pero en el caso de las actuales generaciones los pueden presentar desde los 45 años, es decir, que están adelantando 15 años un defecto que era propio de la tercera edad”.

La especialista de la ESIME reconoció que aunque el caso del ruido ocasionado por instalaciones aeroportuarias sólo se erradicaría con medida drásticas, como llevarlas a zonas no pobladas, es conveniente que las personas que viven cerca usen unos pequeños tapones para oídos, que se venden en farmacias grandes o algunos centros comerciales y, en el caso de los jóvenes, que escuchen sus aparatos con un sonido bajo o bien utilizar audífonos compensados en presión (los que no se introducen al oído y cuenta con una suspensión acojinada).
Cabe destacar que actualmente la doctora Itzalá Rabadán Malda, colabora en un proyecto de investigación para el Gobierno del Distrito Federal, encabezado por investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, encaminado a determinar las zonas con mayores y menores niveles de ruido de la Ciudad de México.

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