· La especialista en epidemiología, Georgina Rodríguez Elizondo, manifestó que los problemas de salud pública se complican, porque al escasear el agua potable se empiezan a utilizar aguas contaminadas, lo que puede producir todo tipo de enfermedades gastrointestinales como la salmonelosis, shigelosis y cólera
· Detalló que como no existe material sanitario con qué protegerse, otros padecimientos que pueden presentarse son la Hepatitis A, B y C, la cual se contagia al contacto con la sangre; otro problema después de un desastre es el tétanos
· La científica del IPN subrayó que es imperante que las naciones, además de enviar alimentos y medicinas, también contribuyan con vacunas que permitan prevenir epidemias que pueden perjudicar aún más a la población haitiana
C-028
“La carencia de infraestructura médica, las condiciones de extrema pobreza y el hacinamiento hacen mayor el riesgo de que aparezcan diversas epidemias después del desastre que sufre Haití”, alertó la doctora Georgina Rodríguez Elizondo, catedrática de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMH), del Instituto Politécnico Nacional.
La profesora Rodríguez Elizondo manifestó que los problemas de salud pública se complican, porque al escasear el agua potable se empiezan a utilizar aguas contaminadas, lo que puede producir todo tipo de enfermedades gastrointestinales como la salmonelosis, shigelosis y cólera. “Como no hay material sanitario con qué protegerse, como guantes de látex, otros padecimientos que puede presentarse son la Hepatitis A, B y C, que se contagia al contacto con la sangre”, detalló.
La especialista en epidemiología comentó que otro problema que está presente después de un desastre es el tétanos, microorganismo que vive en la tierra y puede transmitirse a través de las heridas en la piel, fracturas expuestas y al caminar sobre los escombros sin protección alguna.
En este sentido, Rodríguez Elizondo recalcó que Haití es un país con baja cobertura de vacunas y las enfermedades prevenibles por este medio como tétanos, difteria, tosferina o sarampión pueden agudizarse en este momento, “ya que las condiciones son las pertinentes para que los microorganismos se transmitan con mayor facilidad”.
Expuso que Haití es un país que tiene muy elevada incidencia de VIH; “el problema es que no tienen infraestructura para esterilizar el material que están utilizando con los pacientes, como son las agujas y demás instrumental, por lo que existe un alto riesgo de que más personas se contagien con esta enfermedad”.
Ante este panorama, la científica del IPN subrayó que es imperante que las naciones, además de enviar alimentos y medicinas para tratamientos generales, también contribuyan con vacunas que permitan prevenir epidemias que pueden perjudicar aún más a la población haitiana.
En virtud de que muchos de los habitantes haitianos están viviendo a la intemperie y muy probablemente en contacto con animales como perros, gatos, vacas, ratas o cerdos, otros padecimientos a los que también están expuestos son sarna, piojos, dermatitis, leptospirosis, rickettsia, conjuntivitis e inclusive rabia.
Resaltó que por la magnitud de la tragedia se requieren más insumos de los que hasta ahora ha proporcionado la comunidad internacional e hizo hincapié en que se necesita en mayor medida material hospitalario y sobre todo antibióticos, guantes y cubrebocas, además de agua potable.
Recordó que en el terremoto de 1985 en México no se agudizó el problema de salud pública, porque no se trató de una situación generalizada como la de Haití. “Se tenía la opción de contar con el apoyo de otros estados para trasladar a los sobrevivientes y se tenía infraestructura hospitalaria. Sin embargo, nunca estaremos suficientemente preparados para una contingencia de este tipo, y eso lo vimos con la influenza, que aunque ya se esperaba una pandemia como esta, no se sabía como manejarla. Siempre habrá algo nuevo que aprender”, acotó.
Finalmente, la catedrática del IPN dijo que la lección que nos deja Haití como país es que no se debe bajar la guardia en cuestión de protección civil, “porque aunque ya pasaron varios años del terremoto de 1985, vale la pena difundir una mayor información sobre lo que se debe hacer ante los desastres naturales, fortalecer la investigación científica y sobre todo cambiar la mentalidad en cuanto a la prevención”.
· Detalló que como no existe material sanitario con qué protegerse, otros padecimientos que pueden presentarse son la Hepatitis A, B y C, la cual se contagia al contacto con la sangre; otro problema después de un desastre es el tétanos
· La científica del IPN subrayó que es imperante que las naciones, además de enviar alimentos y medicinas, también contribuyan con vacunas que permitan prevenir epidemias que pueden perjudicar aún más a la población haitiana
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“La carencia de infraestructura médica, las condiciones de extrema pobreza y el hacinamiento hacen mayor el riesgo de que aparezcan diversas epidemias después del desastre que sufre Haití”, alertó la doctora Georgina Rodríguez Elizondo, catedrática de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMH), del Instituto Politécnico Nacional.
La profesora Rodríguez Elizondo manifestó que los problemas de salud pública se complican, porque al escasear el agua potable se empiezan a utilizar aguas contaminadas, lo que puede producir todo tipo de enfermedades gastrointestinales como la salmonelosis, shigelosis y cólera. “Como no hay material sanitario con qué protegerse, como guantes de látex, otros padecimientos que puede presentarse son la Hepatitis A, B y C, que se contagia al contacto con la sangre”, detalló.
La especialista en epidemiología comentó que otro problema que está presente después de un desastre es el tétanos, microorganismo que vive en la tierra y puede transmitirse a través de las heridas en la piel, fracturas expuestas y al caminar sobre los escombros sin protección alguna.
En este sentido, Rodríguez Elizondo recalcó que Haití es un país con baja cobertura de vacunas y las enfermedades prevenibles por este medio como tétanos, difteria, tosferina o sarampión pueden agudizarse en este momento, “ya que las condiciones son las pertinentes para que los microorganismos se transmitan con mayor facilidad”.
Expuso que Haití es un país que tiene muy elevada incidencia de VIH; “el problema es que no tienen infraestructura para esterilizar el material que están utilizando con los pacientes, como son las agujas y demás instrumental, por lo que existe un alto riesgo de que más personas se contagien con esta enfermedad”.
Ante este panorama, la científica del IPN subrayó que es imperante que las naciones, además de enviar alimentos y medicinas para tratamientos generales, también contribuyan con vacunas que permitan prevenir epidemias que pueden perjudicar aún más a la población haitiana.
En virtud de que muchos de los habitantes haitianos están viviendo a la intemperie y muy probablemente en contacto con animales como perros, gatos, vacas, ratas o cerdos, otros padecimientos a los que también están expuestos son sarna, piojos, dermatitis, leptospirosis, rickettsia, conjuntivitis e inclusive rabia.
Resaltó que por la magnitud de la tragedia se requieren más insumos de los que hasta ahora ha proporcionado la comunidad internacional e hizo hincapié en que se necesita en mayor medida material hospitalario y sobre todo antibióticos, guantes y cubrebocas, además de agua potable.
Recordó que en el terremoto de 1985 en México no se agudizó el problema de salud pública, porque no se trató de una situación generalizada como la de Haití. “Se tenía la opción de contar con el apoyo de otros estados para trasladar a los sobrevivientes y se tenía infraestructura hospitalaria. Sin embargo, nunca estaremos suficientemente preparados para una contingencia de este tipo, y eso lo vimos con la influenza, que aunque ya se esperaba una pandemia como esta, no se sabía como manejarla. Siempre habrá algo nuevo que aprender”, acotó.
Finalmente, la catedrática del IPN dijo que la lección que nos deja Haití como país es que no se debe bajar la guardia en cuestión de protección civil, “porque aunque ya pasaron varios años del terremoto de 1985, vale la pena difundir una mayor información sobre lo que se debe hacer ante los desastres naturales, fortalecer la investigación científica y sobre todo cambiar la mentalidad en cuanto a la prevención”.
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